lunes, 11 de abril de 2011

The Chinese Fortune Cat

Desde hace ya un buen tiempo estoy absolutamente obsesionado con toda la indumentaria "chinoise" de la buena suerte. En NYC, lugar donde hay un barrio entero destinado a esta industria, descubrí el festival de las "fortune cookies" y sus eventuales implicancias.

Sin embargo, lo que más me ha obsesionado de todos los "produStos" chinos de la suerte es el famoso "Gato de la Fortuna". No existe nada más "chinoise", nada más dorado, nada más kitsch, nada más Miss Swan ni "panamturiano" (dícese de todo lo que proviene de Panamtur) en el mundo que "the fortune chinese cat". Literalmente, "le amo".




En efecto, en una dimensión donde "Panamtur" es como el Miss Universe y "Aduana" como el Miss Mundo, este gato sería, en ambos casos, el Miss Venezuela, es decir la guinda de ambas tortas. Es, por lejos, el niño símbolo de todos los "shishes"; superando ampliamente a los pañitos de crochet, los querubines de porcelana, los elefantitos "negros-doree" de motivos varios, los retratos policromados con fondo celeste/calipso/verdeagua de la parentela correspondiente y cualquier tipo de "luminoso". Es, en resumidas cuentas,  el no va más de todos los accesorios que NUNCA faltan en toda casa chilena que se precie de tal.


Tanto transmití con el famoso "Fortune Cat", tantas veces publiqué sus predicciones en facebook (porque este gato cuenta con aplicación propia en todas las redes sociales) y tanto le achunta en TODAS ellas, que alguien que me conoce muy bien, y que escuchaba mi perorata acerca del petit doree, decidió regalarme uno. Así es, desde hace ya un buen tiempo recibí mi propio felino. Desde entonces, el gato ocupa un lugar central en mi casa. En efecto, la persona que me lo regaló, lo hizo con instrucciones muy precisas. Si esto del gato no es "ná al lote". Hay que ponerlo en la entrada del "hogarsh", saludando a todo el que entre en la "morada" para que pueda cumplir sus labores como es debido.




Esa es su función, ahí radica la fuente de sus poderes y de su buena suerte; en saludar con "todo lo que es su "dorada" gatunidad" a quién se le cruce por delante. De hecho, después de un breve período de urticaria, no sólo me he acostumbrado a su presencia en la entrada (literalmente entrada) de mi departamento. De hecho, me ha empezado a gustar, y me he sorprendido a mi mismo pensando que tal vez debiera acompañarlo con algún pañito a crochet o retrato policromado de alguien de mi familia (note to myself: tengo que encargar uno de esos retratos de mis papás y/o hermana con su marido) para que no se sienta tan sólo. Creo que es hora de inaugurar mi propio Panamtur en la casa. Quién se pone con el elefante? (con billete en la trompa incluido, naturalmente....).